• Casi **INCREÍBLE** y, por supuesto, **IMPACTANTE**: A raíz de haber publicado en casi todas mis redes, el artículo acerca de que «Emprender da Miedo y Espanto en los Tiempos que Corren. ¿Soluciones?, en esta y otras honorables redes sociales, he recibido solo 13 reacciones (11 favorables y 2 desfavorables), ningún comentario público (excepto en WebLat) y más de 100 MENSAJES PRIVADOS.

      De ellos, 3 desaprueban totalmente el artículo, unos 20 y tantos cuestionan una u otra parte del mismo, y más de 70 lo aplauden efusivamente, aunque no se atrevan a comentarlo por razones como estas que resumo:

      * «Suertudo tú que no eres empleado de nadie ni andas buscando trabajo y puedes decir esas verdades».

      * «Si yo publico algo así en mis redes, me asan vivo».

      * «Resumes la esencia del capitalismo salvaje y del socialismo ineficiente y nepotista, pero la gente está por uno o por otro, por lo que te arriesgas a recibir ataques de ambos lados».

      * «Por supuesto que tienes razón, pero la gente no quiere escuchar verdades feas. Prefiere medias verdades o medias mentiras, pero que suenen bonito».

      * «A veces, yo también querría decir esas mismas cosas, pero no tengo tu facilidad de palabra y, ni podría exponerlo como tú, ni podría luego responder a los ataques». (Este último se repitió mucho en los mensajes, solo o acompañado de alguno de los otros).

      Muchos me piden ampliar el concepto de «socialnetismo», pues le vieron cierto potencial, y otros me piden ampliar el lado práctico de la colaboración (dinámica y sin pérdida de individualidades) que propongo entre los «peces pequeños» como única manera de enfrentar a los «tiburones del mercado».

      Abordaré ambas cosas en futuros artículos, así como comentaré algunas muy buenas sugerencias que me hacen, pero en este momento me quiero referir a una sola cosa: ¿POR QUÉ LA GENTE TIENE MIEDO A COMENTAR?

      ¿Nos damos cuenta de a dónde hemos llegado?… A un estado tal, donde exponemos el lado bueno de las cosas, las «frases bonitas» y los grandes eslóganes motivacionales en público, pero los temas complejos, «peliagudos» y controvertidos los tratamos en privado: por miedo al rechazo, por miedo a perder un empleo o a que no nos den el que estamos buscando, o simplemente por no tener que enfrascarnos en largos debates donde no siempre prima el respeto y el civismo.

      A todos los entiendo. No los culpo de cobardes (porque yo también he callado cosas en diversas circunstancias y entonces tendría que meterme en el mismo saco), ni de cómplices.

      Pero igual que les decimos a los que no han logrado abundancia en la vida que tienen que hacerse responsables de su futuro, los que creamos contenidos, los que intentamos motivar a otros, los que nos dedicamos a la comunicación social y/o empresarial, también tenemos que responsabilizarnos por el debate sobre la base de verdades y no de hechos alternativos; por la palabra que inspira señalando las espinas y baches del camino y no pintando de rosa los pantanales.

      Entender que sobre cada situación o fenómeno específico actúan decenas, cientos o miles de variables (controlables y no controlables) al mismo tiempo, no nos convierte en «centristas». Yo respeto a quienes asumen esa posición, pero jamás me situaría en «el centro» de nada.

      Yo pertenezco a los que saben bien de qué lado están y contra qué están, qué causas defienden y cuáles no; pero que somos capaces de ver cosas negativas, problemas no resueltos, actitudes y comportamientos negativos en el LADO QUE DEFENDEMOS y, al mismo tiempo y con la misma búsqueda de la evidencia científica, podemos ver aspectos positivos, comportamientos dignos e iniciativas dignas de imitar en el LADO AL QUE NOS OPONEMOS.

      ¿Por qué el ser humano insiste en ver todo o blanco o negro, o si bien nos va, con matices? ¡Cuándo entenderemos que las cosas son, AL MISMO TIEMPO, blancas y negras y con matices, aunque las intensidades varíen según la época, las circunstancias y la perspectiva con que se miren!

      Mi insistencia en mostrar a los jóvenes emprendedores la verdad acerca del camino que tienen por delante no se sustenta en el pesimismo que motiva al conformismo y la inactividad.

      Por el contrario, se basa en EL OPTIMISMO DE LA CONVICCIÓN de que no hay círculos totalmente cerrados (excepto en geometría), de que siempre hay oportunidades para el que lucha y se esfuerza, aunque sólo un porcentaje de los que luchan y se esfuerzan llegan a cumplir su propósito.

      Y si queremos incrementar ese porcentaje, pues hay que comenzar hablando descarnadamente de las duras realidades a enfrentar.

      No tengo nada en contra de las «frasesitas bonitas». Yo también las utilizo. Estoy en contra de usarlas para proponer una versión idílica, utópica e irresponsable de una realidad paralela, que sólo existe en algunos (no en todos) de nuestros manuales, cursos y seminarios de motivación y desarrollo humano.

      No tengo nada en contra de los ricos (ojalá y yo también lo fuera). Decir que «todos los ricos tienen dinero porque son ladrones» es sólo un poco menos atorrante que decir que «todos los pobres son pobres porque no trabajan lo suficiente o no se han hecho responsables de sus vidas».

      Tengo mucho en contra, sin embargo, de la insaciable avaricia que hace al 1% cada vez más rico, al 90% cada vez más pobre y comparte con el 9% algunos manjares, -y muchas migajas-, para disponer de un ejército de defensores a ultranza que maneja muy bien la palabra e incita constantemente a los más fastidiados a «no quejarse, sino actuar» (algo muy aplaudido y conveniente para las élites), cuando hay tanto de qué QUEJARSE y, al mismo tiempo, ACTUAR para cambiar las cosas que nos han llevado hasta aquí, aunque haya siempre que comenzar por aquellas que están más cerca de nosotros y, sobre todo, por nosotros mismos.

      No tengo tiempo para entretenerme en ataques vanos al capitalismo salvaje o al socialismo ineficiente y nepotista, pero sí para señalar con toda crudeza que ni el capitalismo de «libre» mercado y competencia, ni el socialismo que soñó Marx, existen hoy en ningún lugar (han sido sustituidos por adefesios oligárquicos y elitistas, en ambos casos)…

      Y también para proponer que la humanidad tiene el deber de buscar nuevas formas de organización social y socioeconómica que ayuden a resolver, a neutralizar o, al menos, a paliar los nefastos efectos de la «ley» del 1-9-90, tan difundida en tantos sectores y aspectos de la vida, a la cual también dedicaré un artículo en estos días.

      En resumen y, para no aburrir: no puedo contestar todos los mensajes en privado. De verdad no me alcanza el tiempo. Pero que eso no los limite. Los que sigan creyendo que no pueden participar (por las razones respetables que sean) en el debate público, pues sigan escribiéndome en privado y yo les contestaré de esta manera. Al final, entre todos estamos promoviendo la reflexión y la búsqueda de razones y un poco de claridad donde hoy hay tantos nubarrones y tempestades.

      Eso sí, recuerden que después de las tormentas siempre brilla el sol y tratar estos temas con responsabilidad y total despojo de la verdad absoluta, inevitablemente ha de traer más luz, si no para nosotros, para las generaciones venideras. Ellos lo merecen.

      Yo Contigo
      Gracias
      Ronaldo Lieu, Samael Uribe GómezyAlberto Carmenate
      4 Comentarios
      • Mi querido Doc, es lógico que la gente no comente en público, aunque en privado te apoye. Primero, defiendes a los pequeños emprendedores, los que a casi nadie importamos. Segundo, dices cosas basadas en la realidad y la lógica, pero la gente teme «incomodar» a otros en posición de poder. Y tercero, cuando hablas de la avaricia insaciable del Gran Capital, por supuesto que a muchos da miedo comentar. A mí no. Yo contigo 100%, alto, claro y fuerte.

        2
        • Doc que placer es escucharle como siempre, con la visión crítica que posee, yo en mi personal, pienso más radicalmente y no tan libertariamente sobre la grandeza de los hombres, sobre quienes la tienen y no la tienen, tan simple como el tener o no tener, si sé tiene toda grandeza se tendrá, si no, nunca se tendrá, eso sí, aunque vaga sea mi afirmación pues falta me hace contextualizarla, solo manejo una creencia en un mundo predefinido, una historia escrita, y una consciencia predestinada, y esta misma avanzará hasta donde en un inicio fue un punto de avance, no suena bonito, no suena esperanzador, pero se sabe, que todos los grandes que han sido recordados, y aquellos que no han sido recordados pero felices en plenitud, llegan hasta el punto tal de comprensión de la realidad, aquellos que no, simplemente han muerto en su propia pequeñez, como diría Nietzsche; «Me pertenece el pasado mañana, hay quién nace póstumo».

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          • Amigo @drmanueltejeda yo sí te dejé un comentario muy claro en el post de tu artículo y no lo dejo en otras redes porque ya sabes que yo me cansé de tanta webasura, como tú le llamas, y me salí de todos lados menos de WebLat. Mucha gente tiene miedo, y es incluso entendible, por la forma en que te atacan y cómo te perjudica decir la verdad cuando eres empleado.

            • Gracias, Doc, por poner el dedo en las llagas que de verdad duelen. Por supuesto que en las redes sociales tradicionales la gente no va a comentar tu escrito públicamente, pues teme ser blanco de burlas y feroces ataques de los del «otro bando», porque estamos tan polarizados que somos incapaces de ver algo tan poderoso y lógico como lo que expusiste tan bien. Simplemente, brillante.

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